viernes, 10 de junio de 2022

Es sólo un peón

Sólo eso

En ocasiones, los alumnos del colegio del pueblo salíamos más tarde de lo que se consideraría normal porque algunas veces la profesora tenía a bien que cada uno expresara sus opiniones sobre un tema en concreto, aunque ello le supusiera irse más tarde a su casa. Imaginaba que así aprenderíamos a respetar otros puntos de vista a la par que ampliábamos los nuestros.

Aquel día debatíamos sobre si era mejor nacer en un pueblo o en una ciudad, un tema baladí porque nacer en un pueblo no implicaba crecer y madurar en él, cualquiera podría emigrar a una ciudad y viceversa. Supongo que en aquella época se daba por sentado que si nacías en un lugar debías morir en él también. Claro que: ¿no es cierto que lo único que nos retiene a nuestro lugar de nacimiento son los seres queridos? tantas personas que no vuelven jamás a su pueblo, a su barrio, a su morada una vez sus padres y hermanos han muerto...

La profesora le preguntó a Sergio si él creía que nacer en un pueblo era mejor que nacer en una gran urbe y sinceramente, creo que intentaba dar una oportunidad al pobre infante para demostrar que su cabeza podía producir pensamientos complejos, pero sólo conseguía provocar a la turba para que tuvieran un motivo más para ampliar su lista de fechorías cometidas contra un pobre diablo.

-Pues... nacer en un pueblo es mejor porque se tienen más amigos. Titubeó Sergio.
-¡Anda que tú tienes alguno! se escuchó desde el otro lado de la clase.

Mientras toda aquella caterva de salvajes de baja estofa estallaba en risas y palmadas, Sergio tan solo acertaba a escupir una sonrisa nerviosa y mirar a todos lados mientras inconscientemente rezaba para que esas risas no precedieran otro atentado contra su integridad física al acabar la clase.

Ella acariciaba mi antebrazo con sus largas uñas mientras yo miraba cómo la manada marcaba las fronteras entre lo que significa ser normal y lo que implica no seguir al rebaño. El rebaño siempre teme al lobo, pero se enfrenta sin temor a una hormiguita, la pisotea y la aplasta una y otra vez, pues ovejas y corderitos siguen el mismo camino y deben pisar sólo donde pisó el anterior.  Iba a cortar aquella tragicomedia dando mi opinión cuando, tras caricia y caricia me susurró:

-En este tablero que es la vida, ellos sólo son peones devorando al que ha dado un paso en falso, no pierdas tiempo y saliva que, en el fondo, me pertenecen a mí.

Opté por dejarlo correr y mirar por la ventana mientras se producía un concurso en el que la ignominia y el desprecio a la inteligencia daban puntos, mientras que la razón y el pensamiento crítico eran sofocados y silenciados con la mayor celeridad posible. Un envite más contra la inteligencia y la única diferencia entre Sergio y ellos sería la podredumbre de sus almas.

Al salir de clase, los padres de cada niño, exceptuando los de ella y los de Sergio, esperaban en la plaza para acompañar a sus criaturas a las casas y preguntarles sobre qué se había debatido en el aula, no fuera que el debate hubiere versado sobre un tema político, pues entonces ningún pueblerino absurdo tenía derecho a no avisar a las autoridades competentes para que revisaran el contenido del mismo y decidieran sobre su veracidad.

Le pregunté a Sergio por qué sus padres nunca venían a recogerlo, en un intento de salir del paso como pudo, me respondió que él ya era mayor, como ella, que tampoco necesitaba la escolta de sus padres. Pude sentir cómo miró a Sergio con desprecio y le espetó

-Mis padres no vienen porque no quiero que vengan, los tuyos no vienen porque no te quieren.

No se lo dije, pero por un lado no pude evitar el pensamiento que inundó mi cabeza: ella, la persona más inteligente que conozco, Sergio: el ser más inocente y menos inteligente que hay en kilómetros a la redonda ¿acaso son los dos extremos de la vida? la sabiduría contra la estulticia, una batalla cósmica que implica que ningún extremo tiene razón de ser.
Un exceso de frío te mata, como lo hace un exceso de calor. Ser diferente hace que tus padres te dejen de lado, al menos en algunas ocasiones, ser mejor o peor que el rebaño hace que éste te tema o te quiera aplastar.  ¿Son los intelectuales y los idiotas lo mismo? si ambos se ven apartados y marginados, si la soledad les viola una y otra vez ¿realmente qué les diferencia? ¿Cómo puede considerarse inteligente un ser que biológicamente está condenado a vivir en sociedad, pero que cada día yace sólo en el catre después de haber pasado un día entero fingiendo que es él quien no quiere ser parte del rebaño? ¿Son las personas inteligentes subnormales que en lugar de morder un lápiz leen un libro que creen entender? ¿Son los subnormales inteligentes que prefieren poder masturbarse en público con total naturalidad antes que dormirse escuchando música de hace siglos que les parece un muermo?  
¿La inteligencia y la ausencia de ella son simplemente los dos caminos que abocan a la infelicidad? ¿tiene importancia alejarse del rebaño hacia adelante o hacia atrás? ¿es alejarse lo realmente importante, sin importar si uno acaba atrasado o adelantado?

Mientras yo me quedaba atrapado en mis pensamientos, el llanto de Sergio hizo que ella se calmara, tiró de mi brazo e hizo que nos sentáramos en uno de los bancos. Mis padres rápidamente comprendieron que no teníamos intención de volver a casa, entonces se marcharon junto al resto de padres que sabían que esa noche los niños querían quedarse un rato jugando para sacudirse todo el aprendizaje que pudiera habérseles adherido al cuerpo. 

Cuando éramos solos en la plaza del pueblo, me pregunté por qué ella me retenía con la turba en lugar de alejarme de allí para estar solos en algún rincón, como era costumbre. 

-Mira, mira, hoy tengo ganas de ver la función, hoy entenderá el imbécil cuál es la diferencia entre él y yo.

Los chavales rodearon a Sergio y comenzaron a insultarle, a increparle. Uno le tiraba de la camiseta, de la parte de atrás, para que cuando se diera la vuelta, quien fuera invisible para aquellos ojos soñadores pudiera escupirle sin darle la oportunidad de interponer sus manos en la trayectoria del escupitajo. 
Acabó con la cabeza mojada, como si alguien hubiera lanzado un cubo de agua sobre ella, mientras que las patadas en las rodillas y los puñetazos en la zona lumbar iban ganando protagonismo, Albert, uno de los principales torturadores trató de detener la golpiza. 

-Parad ya, así no va a poder andar, hoy tiene que trabajar. El camino hacia la montaña está lleno de caca de oveja, parece que alguien hubiera derramado aceitunas negras sobre el terreno.

Mientras que Sergio era obligado a caminar a cuatro patas cual bestia, Albert y sus dos compinches le metían excrementos de oveja en la boca, los cuales le impelían a masticar y tragar. Sergio acabó vomitando, lloraba y pedía clemencia mientras una lluvia de piedras golpeaba inmisericorde sus piernas. Entonces se escuchó a lo lejos al padre de Sergio gritar, aquel señor trastornado quería abrir un agujero más en la pared de su casa porque decía que se ahogaba, que no entraba suficiente aire porque algún vecino se lo robaba. 
Todos corrieron hacia sus casas por temor a aquel desquiciado, no porque fuera a defender a su hijo, sino porque los años de alcoholismo invitaba a pensar que sus actos podían ser violentos o mortíferos en cualquier momento. 

Ella miraba con satisfacción, la impertinencia de Sergio había castigada con creces, ya podía vaciar su cabeza de nuevo, la vida ya no le debía nada, el universo le había mandado un imprevisto que la había importunado, ahora la deuda había sido saldada. Me besó y me conminó a entrar en su casa, mientras cenábamos, sus ojos me deslumbraron, clavó su mirada en mi alma y me paralizó durante unos segundos en los que aclaró de forma casi imperceptible su garganta.

-Tú no lo sabes, pero Albert simplemente es otro peón más, una mano más que ayuda a bajar el telón, una pieza más del mecanismo. Sé que no te agrada por cómo se comporta con el imbécil, pero en realidad, más allá de la satisfacción que siento por haber presenciado esa original obra de teatro, he de decirte que el padre del imbécil es un alcohólico y existe una razón por la que nunca se relaciona con otros padres, hay un motivo por el que rehúye de la compañía del resto. Hace ya algunos años, su mujer se enfadó con él y decidió irse a pie a su pueblo natal, quiso así castigar a su marido dejándolo solo y mostrándole que no le necesitaba para vivir un día más. En el camino sucedió algo, algo terrible para ella y de ahí nació el imbécil, una carga impuesta para su madre, pero un castigo desproporcionado para quien tú crees que es su padre. Albert simplemente trata de librarnos a todos de la carga que supone el imbécil y su mera existencia para el pueblo. 
Podría enterrar vivo al imbécil y luego enterrarse él, así nos libraría de dos indeseables de una sola tacada, pero quizá sería pedir demasiado.

-Me estás diciendo que... 

-¡Shhhh! ya está bien de hablar de otras personas, ¿te ha gustado la cena? es la misma que he dejado preparada para mis padres, sólo que la tuya no lleva... bueno, lleva menos condimentos.

Aquella noche fui obligado a apartar todos los pensamientos de mi cabeza, ella reclamaba mi atención y quiso pintar un retrato más, como yo era el protagonista, el modelo, su mirada se clavaba sin piedad sobre mi rostro, cada poro, cada milímetro era objeto de su análisis exhaustivo, no podía darle a entender que aún estaba pensando en algo ajeno a nosotros dos, no quería traer más nubes negras a esa casa. Pero fallé, mi mirada se perdió y me preguntó molesta en qué estaba pensando.

-Con la historia que me has contado antes me he dado cuenta de lo importante que es que estemos juntos y evitemos enfadarnos. Enfadada, la gente hace estupideces, lo mejor es que tratemos de evitar a toda costa proyectar cualquier sentimiento negativo hacia el otro ¿no? 

La respuesta pareció convencerla y, tras pedirme que me serenara y dejara de pensar en la madre de Sergio y en tan desagradable situación, me dijo que si me gustaba la idea, podíamos interpretar aquella escena, a ver si así dejaba de darle vueltas al asunto. 


martes, 26 de octubre de 2021

En Inglaterra hasta las tantas

 Siempre se ha dicho que en los lugares en los que más violencia hay es en aquellos en los que la gente es fea.

Claro, pensemos en aquel guerrero medieval que después de una justa o una cruzada era emplazado a volver a su hogar, con una mujer horripilante y unos vástagos que le parasitaban el alma. Perdería para siempre el olor a especias y nunca más cataría las mieles del oriente a cambio de una pintura que se estropea a cada segundo. Una pintura que quizá le gustó hace algunos años, cuando su catálogo era mucho más reducido. Sin duda merecía la pena morir atravesado por una lanza.

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El maestro y yo nos sentíamos beodos, teníamos ganas de cometer errores aquella noche, pero en el norte de Inglaterra todo cierra pronto, la gente suele embriagarse en cuestión de minutos porque saben que la cuenta atrás comienza demasiado temprano. Nosotros, los calamocanos profesionales, necesitamos toda una noche para cagarla. Comenzamos a pasear sin destino fijo, de forma sandia y deteniéndonos para darle un trago a la petaca hasta que divisamos un lugar abierto aún a esas horas de la noche. Entramos.

Había un esclavo disfrazado de clase media en la puerta, nos pidió identificación y nos dejó pasar mientras nos seguía con la mirada. 

-Maestro... creo que esto no es... -balbuceé- 

-¡Esto está lleno de putas y acomplejados! -espetó el maestro-

-Escuche maestro, creo que es un burdel.

-Pero, ¿no te acuerdas muchacho? ayer tomamos un barco hasta Londres.

-¿Qué? no le entiendo.

-Ya sé que estamos en un burdel, veníamos a esto, precisamente aquí.

-Disculpe, pensé que veníamos a conocer más este bello país y a reclutar gente.

-Eso es lo que vamos a hacer, aunque lo del reclutamiento habrá que postergarlo. 

Una pelea interrumpió nuestra conversación, un hombre obeso golpeó con su mano en la cara de un señor parecido físicamente a él. Rápidamente se unió gente a la trifulca y comenzaron a volar botellas e insultos poco originales. 

-Maestro, deberíamos irnos, ni siquiera sé por qué se están peleando.

-Supongo que la belleza es inútil en estos casos. Piensa en tu cuadro favorito, después agrégale un nauseabundo olor que se intensifica mientras lo disfrutas. Por eso se pelean.

-Mire maestro, estamos ebrios y usted no habla con claridad, mejor nos vamos de aquí.

Agarré del brazo al maestro y le guie hacia la puerta mientras él gritaba a los cuatro vientos:

-Cumplan, cumplan su papel de plebeyos, la brecha entre la realeza y los plebeyos es lo que mantiene a este país vivo. Mind the gap!