lunes, 7 de marzo de 2016

Mark Kerkel - Capítulo primero

Me ha costado demasiado  decidirme pero este amanecer es la salida
No quiero subirme al tren del éxito
quiero arrastrarme por las vías
quiero que sea mi mérito no el de la máquina.

¿Qué son esos cantos tan agudos?
Deseo fundir mis oídos con ellos
Perderé la cabeza y me derrotarán
pero gallardo me levantaré y los aplastaré
Qué importa la coraza que los proteja si yo
soy el martillo definitivo que puede penetrar
hasta la más interesada mujer.

No es su propiedad
no es con lo que le relaciona.

Sigo la vía hasta que me doy cuenta que quiero mi propio camino, entonces me doy cuenta de que estoy haciendo lo que otros hicieron antes y me desagrada esa sensación. Es por ello que aquí planto mi deseo. Comienzo a deambular por tenebrosos valles y me caigo muchas veces, me encanta poder luchar contra los elementos, porque gane o pierda siempre lo consigo. Si gano me siento invencible y si pierdo exploro algo nuevo.


Por donde él camina ya no hay más importunaciones
el yermo no permite la vida y él no permite la muerte
¿Qué saldrá de esta lucha entre insignificantes?
¿Acaso alguien la verá?
¿Acaso alguien pagará tiempo?

No puedo abandonar aún dolorido e incómodo
no entiendo el descanso como algo positivo.
Me grita desde lo alto de la colina, me anima a seguir
quiere atrapar mi espíritu y lanza mi alma al vacío.


Consigo la prueba y repto,
me escondo y grito
la oscuridad se parte
ya no queda nada de mí.

Claro que es duro salir del nido y lanzarse a volar, pero la sensación de la brisa fresca que te sostiene que te empuja, la sensación de estar por encima de quien sea, de alguien te sonsaca esa sonrisa tímida y que esconde satisfacción. Otros lo hicieron antes pero si lo ignoro todo vuelve a su cauce. ¿Dónde están las pruebas? ¿Quiénes son y quién soy yo?

El golpe me ha dejado la boca empapada en sangre.