miércoles, 11 de octubre de 2017

El exiliado se come al imperio

A pesar de ser repudiada desde las entrañas del imperio que, ensimismado se creía al alcance de cualquier gesta, volvió la guerrera a tomar lo que es suyo.

Cuando extirpas el talento porque te pesa en el espíritu tratar de llegar a acometer heroicidades sin sombras, sin escuderos, cuando el yo camino solo se concibe como el patrón para evitar la angustia, simplemente conduces a la mesnada hacia el vacío. No se debe privar a nadie de lo que consiguió de manos de las divinidades, ya que al hacer esto se arroja un boomerang, se empuja con toda fuerza un enorme péndulo hacia adelante y se cierran los ojos.

Cree el imperioso que podrá malograr a quien teme, a quien envidia, pero un sueño le niega el supuesto. Los que parecían aliados fieles ahora se van con la exiliada para no alejarse del fuego que realmente les calienta más allá de la tesitura del poder. Entonces se pierde ritmo, se trata de sustituir por algún mediocre de medio pelo a quien atraía masas y es allí cuando observas sangre en tus manos, por las noches cavas tu tumba sin saberlo, el subconsciente es mejor que tú.

Patético hombrecillo que se atraganta porque no sabe gritar, vulgar anciano que avergüenza la disciplina que le da de comer, ahora la avalancha cae sobre tu estirpe, ¡mira cómo los desuellan sólo con la voz!

Henry Glanz - The man.
Libro I "El sonido del final"