jueves, 7 de julio de 2016

¿Qué me falta?

Trato de volver a lo de siempre pero no puedo porque ya no son los mismos sentimientos. Es lo malo que tiene el tiempo, que realmente no cambia a las cosas sino que cambia el modo en el que las ves.

Tratan de acribillarme por diferentes flancos, y es que en todo proyecto que con ilusión empieces, siempre hay rémoras. No se trata de gente que trate de hundirte, sino de incapaces o tal vez gente sin el mismo entusiasmo que tú tienes, acabas siendo un líder en un ejército de vagos que no se mueven, que no sienten sino la indiferencia en su máxima experiencia.

Parece una locura si lo miras desde aquí arriba, claro que, si te das la vuelta verás que aún no estamos arriba del todo y que queda pared de sobra por ser remontada, los recuerdos llenan una mochila que sirve como lastre brutal.

No lo neguemos, el tiempo afecta a todo y su paso deja un reguero de ceguera y sustitución pero no queda más remedio que resguardarse y permanecer hasta que se pueda. Probablemente te preguntes el porqué de aguantar, porqué no acabar con todo. No tiene nada que ver con la depresión, realmente soy feliz y tengo todo lo que se puede soñar en cierto modo. Vivo sin miedos y salgo adelante con innumerables recursos, pero creo que la vida no representa un reto para mí, por puro aburrimiento acabo planteándome el ver qué hay al otro lado porque en este estoy hastiado.

Es la más oscura de las agonías: los días se suceden y llegan cosas más o menos novedosas, consigo lo que quiero en la mayoría de casos pero al final es lo de siempre, luchar y sufrir por algo hasta que lo tienes y te das cuenta de que no es tan genial como pareciera en su momento. Entonces a enfocarse en otra cosa y a seguir remando con cierta somnolencia y parsimonia. Primero un brazo, luego el otro, avanzas un metro y luego otro, la repetición, la constancia, llega una ola nueva y parece interesante aunque sigue teniendo la misma base, el mismo núcleo. Sin sentido. Es realmente agotador porque al final las novedades se convierten en monotonía celular. Lo único que puede dar un golpe de emoción es la mismísima muerte.

En mi ser concibo que estoy dispuesto a morir y supongo que es por ello por lo que no me da miedo la muerte y puede hacer cosas increíbles aunque me den igual por completo. ¿Morir? va a ocurrir igual y probablemente lo acabe pasando mejor así que para qué temer, es más nerviosismo por lo que está por llegar que temor.

Satanás - Libro de recomendaciones Cap. X pág 22