jueves, 21 de junio de 2018

La conexión espiritual con Satanás

Muchas personas ven de cerca el abismo, casi pueden notar el vértigo en sus entrañas por culpa de los vaivenes de la propia vida.

Cuando todo falla, cuando amigos y familiares se convierten en usureros, es entonces cuando el ser humano deja de omitir el error nato y se decide a explorar sendas desconocidas. Lagos infames, pozos que llegan hasta la verdad, eternas llamas desafiando las leyes de la naturaleza...
Ese olor tan característico a azufre nunca llega, aquí huele a plantas en la noche, parece un atardecer tardío en el infinito, esas primeras horas de oscuridad en las que hay suficiente luz pero jamás cegadora.

El pacto, quiero hacer un pacto con alguien a quien nunca seguí, a quien siempre, por costumbre, he despreciado. Ruego ahora el eterno favor del implacable, del auténtico pastor. Beba de mi sangre y aliméntese de mi alma, ¿no ve por mis rasgadas vestiduras que poco más me queda para ofrendar?
Ser un superhéroe, convertir a las ratas al estoicismo, manipular el espacio tiempo para enmendar locuras transitorias, soportar la vida un día más.

Las temidas pecunias siempre son el epicentro de todo, parece que pueden subsanar la mismísima eternidad, la fatalidad, la pérdida de un ser querido. Sólo es capaz el ser humano de adular a la venganza. Si el mundo ha sido injusto a la hora de otorgarme una casta social, hágase la injusticia de que el dinero fluya hacia mí sin el menor de los esfuerzos. Si físicamente no cumplo los estándares de una pasarela o una alfombra teñida con sangre virginal, venga a mí la supremacía física para formar parte de ese grupo que otrora me fascinó y discriminó indecentemente.

¡Todos quieren convertirse en verdugo: ninguno detener la sangría!

Muchos temerán que no existe algo más allá, que las injusticias prueban con contundencia la inexistencia, o al menos: la inoperancia de un ser divino. Amargamente he de oponerme a la tontuna: claro que existe un ser supremo: pero los renegados y los imbéciles no consiguen escalar hasta la cima en la que mora.