viernes, 5 de abril de 2019

Índigo

Esta vez estamos aferrados a la proporción más íntima del universo, tenemos un punto evolutivo más marcado que nunca y puede ser que en una subida de este calibre no queden cosas sin caer del equipaje.

En las esteras se apoyan unos pequeños cobertores, que al igual que ocurre con los recatos, nunca acaban de vislumbrarse del todo. Inteligente, pero siempre vuelve.

El olor tan característico que marca el paso del fuego a la brasa de madera de roble se cuela en el refugio y notamos cómo el calor nos protege no sólo del frío y de los depredadores, sino también de los malos pensamientos.

Familia de bastardos, la desdicha se ha cebado con el aprendiz y ahora no puede ver mucho más allá, se espera que recupere la visión en unos pocos días, aunque tendrá que ofrecer algo a cambio. Él arrebató algo al universo, ahora deberá devolvérselo o destripar al creador ¿podrá?

Agua en plena ebullición, las hierbas aromáticas perfuman todo el escondrijo y por unos instantes podemos olvidar las bombas, los disparos, la miserable existencia que llevamos en este circo mortal.

Esta vez hemos forrado las paredes con estanterías, maderos y todo tipo de chatarra metálica, son pequeñas barricadas que dan más masa y consistencia a las paredes. Robamos escombros y tratamos de dar una mayor sensación de destrucción en la propia calle, así como en las adyacentes y de paso bloquear el paso de vehículos pesados. 

Los alimentos y medicamentos escasean, pero vamos robando y saqueando los de las casas y construcciones vecinas, todos están muertos.

Es una tormenta de emociones diaria, pero hemos sido muy inteligentes, nos alimentamos a base de miel, agua y algo de vino. Podremos sobrevivir al menos un año más, aunque la calefacción ya no funciona tan bien, hace mucho frío en los cuartos y todos dormimos en el salón.

Tenemos munición, barricadas, trampas y nadie sabe que estamos aquí. Somos bastantes para defender el hogar, no creo que nadie pueda arrebatarnos la vida aquí, pero requerimos un sistema de comunicación: ya no sabemos qué ocurre en la ciudad y no podemos asomarnos.

El reverendo no puede controlar sus impulsos, ruega a Satán que la destrucción acabe pronto, pero ruega a dios que consiga dominar sus emociones. Sólo un día más, quizá una noche eterna, pero tan sólo una a fin de cuentas.

Parece que hay algún gas tóxico en el ambiente: se recrudece la hostilidad perpetua.

No puedo entender por qué dura tantísimo la desgracia colectiva, quizá sea el momento de tratar de cambiar esto, la humanidad se extinguirá, nada quedará. Polvo al polvo y ceniza a las cenizas.

Se acabó la realidad para todos aquellos que ya no saben ser.

Salgo decidido, he tomado unas cuantas copas de más, apenas nos quedan suministros y me he comprometido a buscar más. He mentido, vago a la deriva entre mares de sangre y icebergs de escombros. Estoy dispuesto a irme de una vez, esperaré sin mesura, quiero renacer cuando todo esto ya haya acabado. 

Llevo días caminando y nadie ha salido a mi encuentro, es como si no pudieran sostener su existencia si no es importante. Estoy en el bosque más tenebroso que haya pisado un ser consciente. El cielo parece decirme que sólo acabará el terror cuando yo me enfrente a él

Tengo a la bestia frente a mí, ha vaciado el planeta entero para que salga a su búsqueda ya que no ha podido encontrarme. A quién debo creer en estos lares sin amor, amistad o lujuria.
No quiere acabar con mi existencia, nadie puede hacerlo, sólo necesita jugar conmigo, mi atención, mi consideración.

Qué haremos si todo esto continúa, ¿cuándo ocurrirá otra transición? ¿estaremos listos para abrazarnos de nuevo?

Sonny Krammer. - Paszicio Sakore - Possë Bääh