martes, 10 de enero de 2017

Demoledor

El verdadero problema de dejar a la gente sin nada es que nada tiene que perder y desnudan la vida como si el aire fuera infinito, en un mundo así quién puede pedirte dinero por disfrutar del sol o del agua de lluvia.

Andando por estos campos me doy cuenta de que nadie posee la tierra, la tierra los sustenta a ellos, creen ver en sí mismos a los amos y no buscan entre la maleza para vislumbrar la verdadera idea de que el suelo vivirá para ver su muerte pero no ocurrirá jamás al revés.

La miseria que han ido creando en el sur, las selvas que han dejado diáfanas y los lagos que han transformando en podrideros se volverán en su contra cuando el hechizo del druida les de alcance, uno puede golpear su morada tanto como desee, pero si un pájaro destruye su nido sus crías llorarán sangre y perecerán mientras su refugio observa impasible sin nada que ofrecer.

En una pensión de mala muerte allá en Bolivia me encontré a un hombre de gesto frío y a su vez pasional que sonreía como quien no tiene nada pero tampoco lo necesita. Me senté a su lado y le pregunté si él era aquel revolucionario de poca monta capaz de alzar a un pueblo contra el tribuno, si verdaderamente estaba dispuesto a morir y a perderlo todo.

"Cuando no tienes nada, nada vas a perder, lo único que atesoro es el amor de estas gentes y eso nunca me lo podrán arrebatar, pues mi vida puede marcharse a otro lugar, pero mi recuerdo y estos momentos mágicos e irrepetibles quedarán siempre vivos. Los que a nosotros se enfrentan solo serán una estadística más, otro tirano que murió, alguien del que nadie se acuerda, verdaderamente no soy yo el que lo va a perder todo. Él perderá lo único que tiene: lo que se pudo proveer en vida, yo ganaré la eternidad."

Justiciero o solo un soñador, aullaba a la luna cada noche y marchaba con esos andares desequilibrados, con esa superioridad moral inalcanzable para el falso, para el que no se sostiene con nada. Si caía: lo levantaban, si rugía: le respaldaban, si moría: lo glorificaban. El matador. 

Allá donde estés sabrás que la inmortalidad y el terror causado en tus enemigos siempre recordarán tu rostro.

Anónimo - Libro del leviatán 1:21.