jueves, 12 de julio de 2012

Una nueva religión (II)

Todos los seres humanos formamos parte de un todo, de un universo. El universo contiene al cosmos, que es una rosca circular, sin principio ni fin. Nadie la creó y nadie la exterminará jamás.
Todo lo conocido y desconocido es energía, podemos quemar gasolina, se transformará en energía y entonces nunca desaparecerá, el número de materia siempre es el mismo, porque el universo es el que hay, ni más ni menos. Así que todo se transforma.


El espacio, el tiempo, cualquier concepto humano será erróneo en cierta medida, ya que sin conocer realmente el universo, no se puede intentar predecirlo. El ser humano desaparecerá, así como cualquier otra civilización existente en el universo, se podría decir que desde los humanos hasta cualquier modo de vida que es habido por el cosmos es un intento del propio cosmos de entenderse a sí mismo.
Estando todo conectado, podemos interferir en el curso de la historia, sencillamente con reflexión y concentración podemos utilizar la energía disponible en el universo, ya que somos parte de ella. Con esto, podemos lograr casi cualquier cosa que nos propongamos, y si creemos en algo con todas nuestras fuerzas, de algún modo, parte de la energía universal irá por ese camino. Para bien o para mal, somos parte de ese todo.


La ley básica de cualquier filosofía, muy por encima de Aristóteles, de Kafka o de cualquier otro sabio es la ley "cíclica". Podemos ver ejemplos de ella en cualquier parte, el contraste siempre estará pretense y la balanza jamás de detiene, siempre da tumbos. El humano puede intentar ignorarlo, pero ciertamente es una ley contra la que nada puede luchar. El blanco y el negro, el rojo y el azul, el todo y la nada, la luz y la oscuridad. Todo lo que hay en el universo tiene un contrario, hay un equilibrio inquebrantable.


A veces gana el bien, a veces el mal. Esto es innegable, la ley primaria del universo "El universo el cíclico". Esta filosofía no pretende otra cosa que la aceptación de esta ley, así como aceptar las distintas influencias de otras filosofías para crear una pequeña antorcha que guíe a la humanidad. Esta filosofía es esa antorcha, o lo pretende. 
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Es la primera parte de la nueva religión, es como una introducción, algo así. Iré adaptando los textos que tengo para conseguir poner todo el material del que dispongo.

Una nueva religión (I)

Recuerdo que en mi juventud pasé por muchas crisis de fe. Momentos en los que me planteaba el sentido de la vida y cosas de ese estilo, llegué a ser Budista, Satanista y un largo etcétera. Pero encontré algo que me devolvió la fe, que fue mi religión durante un periodo muy largo de tiempo y además, me aporto grandes cosas en todos los aspectos de mi vida. No sabría darle un nombre, supongo que "universalistas" o algo así. Creyentes del cosmos por decir algo.
Rebuscando por ahí, conseguí encontrar oro en donde menos me hubiere imaginado. Fue en un local donde ponían música bastante pesada, la gente bebía cerveza sin parar y había un humo letal de cigarrillos, personas que se transformaban en chimeneas y dejaban una polución característica haya donde iban. Un hombre estaba con las pupilas completamente dilatadas, había caído víctima de la tentación y se había tomada un "tripi", una sustancia alucinógena que le hacía viajar a Satán sabe donde. Yo pensaba que era otro drogadicto, una persona sin nada a lo que aferrarse en la vida hasta el punto de querer drogarse, que en definitiva no es sino un método de eficacia demostrada para conseguir que el cerebro perezca y así ser un zombie. Una criatura estúpida que no tiene nada más que apetito y ganas de seguir tomando la sustancia tóxica que ha arruinado, o no, su vida.

Pero no era el caso, era un señor de unos treinta y pocos años, con el pelo largo, pero seco cual espiga, con gesto severo pero condescendiente, que evocaba una sensación tenue de lucidez. Pero algo me llamó la atención en él, tenía una mirada que sin ser penetrante, parecía que podía ver hasta tu alma. Tenía un brillo para muchos desconocido, el brillo de la felicidad momentánea, pero de algún modo se había congelado en el tiempo, parecía que había atravesado un agujero de gusano y había alcanzado la gloria. Todos alcanzamos la gloria en multitud de ocasiones, pero después del estrellato, volvemos al estanque. Él había capturado el momento, alcanzó la gloria y detuvo el tiempo para morir glorificado. Era como una deidad. Increíble.

Como yo era joven y lo extraño me llamaba la atención al mismo tiempo que me atraía por su extrañeza y su probable peligro, le pregunté el porqué de su felicidad natural, que no artificial. Después de volver a la nave nodriza y empequeñecer las pupilas me contó acerca de una especie de religión o filosofía vital, la cual, era la causa de su felicidad. Obviamente a mí me interesaba el tema y se me ocurrió preguntarle acerca de ello. Él me fue pasando diversas hojas, apuntes y retales que yo estudiaba a consciencia; era una filosofía interesante y misteriosa, creo que cambió mi enfoque sobre las cosas de tal manera que se podría decir que logré la misma felicidad que él, aunque en mi caso caduca.

Creo que es un deber compartir con todos vosotros lo que aprendí, compartir esa filosofía porque sé que puede ayudar a la gente, aunque he de decir que pasado un tiempo, jamás supe de su paradero, del paradero de aquella deidad que me iluminó. Supongo que era la prueba definitiva de que era una deidad.