martes, 26 de octubre de 2021

En Inglaterra hasta las tantas

 Siempre se ha dicho que en los lugares en los que más violencia hay es en aquellos en los que la gente es fea.

Claro, pensemos en aquel guerrero medieval que después de una justa o una cruzada era emplazado a volver a su hogar, con una mujer horripilante y unos vástagos que le parasitaban el alma. Perdería para siempre el olor a especias y nunca más cataría las mieles del oriente a cambio de una pintura que se estropea a cada segundo. Una pintura que quizá le gustó hace algunos años, cuando su catálogo era mucho más reducido. Sin duda merecía la pena morir atravesado por una lanza.

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El maestro y yo nos sentíamos beodos, teníamos ganas de cometer errores aquella noche, pero en el norte de Inglaterra todo cierra pronto, la gente suele embriagarse en cuestión de minutos porque saben que la cuenta atrás comienza demasiado temprano. Nosotros, los calamocanos profesionales, necesitamos toda una noche para cagarla. Comenzamos a pasear sin destino fijo, de forma sandia y deteniéndonos para darle un trago a la petaca hasta que divisamos un lugar abierto aún a esas horas de la noche. Entramos.

Había un esclavo disfrazado de clase media en la puerta, nos pidió identificación y nos dejó pasar mientras nos seguía con la mirada. 

-Maestro... creo que esto no es... -balbuceé- 

-¡Esto está lleno de putas y acomplejados! -espetó el maestro-

-Escuche maestro, creo que es un burdel.

-Pero, ¿no te acuerdas muchacho? ayer tomamos un barco hasta Londres.

-¿Qué? no le entiendo.

-Ya sé que estamos en un burdel, veníamos a esto, precisamente aquí.

-Disculpe, pensé que veníamos a conocer más este bello país y a reclutar gente.

-Eso es lo que vamos a hacer, aunque lo del reclutamiento habrá que postergarlo. 

Una pelea interrumpió nuestra conversación, un hombre obeso golpeó con su mano en la cara de un señor parecido físicamente a él. Rápidamente se unió gente a la trifulca y comenzaron a volar botellas e insultos poco originales. 

-Maestro, deberíamos irnos, ni siquiera sé por qué se están peleando.

-Supongo que la belleza es inútil en estos casos. Piensa en tu cuadro favorito, después agrégale un nauseabundo olor que se intensifica mientras lo disfrutas. Por eso se pelean.

-Mire maestro, estamos ebrios y usted no habla con claridad, mejor nos vamos de aquí.

Agarré del brazo al maestro y le guie hacia la puerta mientras él gritaba a los cuatro vientos:

-Cumplan, cumplan su papel de plebeyos, la brecha entre la realeza y los plebeyos es lo que mantiene a este país vivo. Mind the gap!