jueves, 25 de octubre de 2018

La calma sin fin (+18)

El padre de Sergio había cometido una atrocidad, su familia estaba muerta, un compañero de clase también había sido asesinado.

El pueblo estaba completamente mudo, anonadado. Las autoridades fueron indagando y finalmente se dispuso que aquellos que habían lanzado a Sergio al río cumplirían una pena bastante alta: se iban a pasar cada día de sus vidas en un reformatorio (cárcel de menores de edad) hasta cumplir los dieciocho. Sin embargo, la gran mayoría de niños que participaron en la pelea simplemente fueron obligados a acudir a psicólogo durante seis meses.

Amanecía un nuevo día y lógicamente nada tenía sentido: se había producido una tragedia y nadie quería hablar del tema, parecía un pueblo fantasma si bien se intuían miradas indiscretas a través de los ventanales de las casas. Se notaba esa sensación de pesadumbre en el ambiente, el único punto de reunión que era un pequeño bar situado en plena plaza del pueblo, junto a un pequeño parque y al ayuntamiento estaba cerrado. Las gentes del pueblo que se dedicaban principalmente a la artesanía, el campo, la ganadería o trabajaban en la fábrica de piezas mecánicas situada a una hora y media del pueblo (en coche) no habían acudido a sus puestos de trabajo.

Me desperté entonces con ella, tenía su cabeza apoyada sobre mi pecho y me abrazaba como si quisiera aprisionarme, daba la impresión de que tratada de introducir su cuerpo en el mío, buscando una fusión imposible. Entonces comencé a moverme ligeramente para levantarme y me susurró "¿Dónde crees que vas?" acto seguido fue a la cocina donde estaban mis padres tomándose un café y algo de pan tostado y subió a la habitación dos tazas de té con un par de bollitos de canela.
Mientrás desayunábamos en mi escritorio me dijo:

"Parece que hoy no habrá que ir a la escuela. Al final todo ha salido a pedir de boca ¿no? vamos, la gente está encerrada en sus casas por miedo a lo que pueda ocurrir, nadie quiere salir y por lo tanto estoy segura de que nadie acudirá a la escuela. 
Supongo que tus padres te darán una charla, baja a hablar con ellos y cuando acabes vuelve a la habitación, yo estaré ya cambiada y así nos vamos a pasear."

Mis padres no comprendían bien la situación. Mi vecina siempre se había quedado a dormir desde que éramos muy pequeños. Prácticamente desde que teníamos seis años había venido a mi casa y yo a la suya a veces, éramos buenos amigos y vecinos. Aunque los padres de ella eran gente muy extraña y siniestra, no había una mala relación.
Lo que les desconcertaba era el hecho de que estábamos durmiendo en la misma cama desde hacía unos meses y todo indicaba que manteníamos relaciones sexuales, además: todos ya sabían que éramos pareja. Entonces ellos se preguntaban si siempre habríamos dormido en la misma cama, cuándo habrían comenzado las relaciones íntimas... estaban perplejos pero pensaban que no había nada de malo en tener novia joven siempre que me casara con ella en el futuro. Mi abuela creía que era mala hierba, que era una bruja, que no seguía la tradición cristiana. Mi madre tampoco la tenía en alta estima, si bien mi padre pensaba que sin ella yo sería un gamberro más y todos entendían que gracias a tener pareja yo no me había inmiscuido en el crimen de Sergio, por ello comenzaban a pensar que no podía ser tan mala.

Bajé a la cocina y allí estaban mis padres y mi abuela. Mi padre me invitó a sentarme en la silla más próxima a mi madre y que nos ponía frente con frente.

"Sabemos lo que ha pasado. Lo de Sergio es algo muy fuerte, le han dado muerte de una forma cruel, despiadada y brutal. Nadie tiene derecho a quitar una vida, está bien que el chico era subnormal y que lógicamente es normal que os burléis de él, pero ya matarlo era algo innecesario. Nos alegramos mucho de que no hayas tenido nada que ver, aún así si necesitar hablar estamos aquí para lo que sea. en el pueblo bueno, ya sabes, es mejor que no os metáis en líos. La escuela ya irá tu madre para ver cuándo estará abierta, por lo demás esta tarde hay una misa, ¿vas a ir?"

Realmente no me preguntaban, me estaban obligando como siempre, pero yo odiaba asistir a la iglesia, realmente era algo que me producía un hastío indescriptible, esa sensación de incomodidad era intolerable. Entonces apareció ella bajando las escaleras, nunca había ido a una sola misa, jamás había pisado la iglesia, al igual que sus padres. Caminó hasta mí y me agarró de la mano:

"No le hagan ir a la misa, ha estado toda la noche llorando, Sergio era amigo y compañero nuestro, no creo que él vaya a soportar estar en una habitación con lo que queda del cuerpo de nuestro querido compañero, se pondrá mal, daremos una vuelta para que le de el aire y se desahogue."

Con estas mágicas palabras consiguió que mi padre asintiera y aprobara mi ausencia en el templo de la pedofilia -como lo llamaba el padre de ella-. Realmente tenía algo, me protegía, me hacía feliz. Sabía que de algún modo era el mal, pero: ¿cómo puede ser malo algo que te hace ser tan feliz?
La expresión de mi abuela era la de la amargura, su mundo se venía abajo. La tradición católica se hundía por momentos, tantos pueblos masacrados, tanta inquisición para que ahora dos adolescentes simplemente dejaran de lado aquello que había guiado su vida, para que ahora dos adolescentes despreciaran la esperanza comprada con ignorancia y servidumbre durante más de un milenio.
Podía ver que tan sólo las enseñanzas católicas evitaban que mi abuela expresara el odio negro que sentía hacia mi novia.

Entonces todo el pueblo se vistió de luto y acudió en tropel a la iglesia. No faltó nadie, ni tampoco los condenados que se sabían perdidos pues iban a ir a un reformatorio en la ciudad y quizá nunca regresarían. La pequeña iglesia se llenó y cerraron las puertas, en ese momento el sacerdote comenzó a leer la biblia en latín durante más de una hora para pasar luego a dar un discurso sobre la barbarie y lo horrible del crimen de Sergio. Preámbulo de una charla sobre el perdón y su importancia.
Es curioso que un representante de una religión que ha dejado atrás a la inquisición pueda criticar la barbarie de otros y resulta casi irónico que después hable del perdón. ¿Hablaba de los asesinos de Sergio o de la doctrina que él seguía?

Mientras todo esto ocurría recuerdo que fui caminando con ella de la mano hasta la iglesia. Nos fuimos a la pared este, un enorme muro de piedra gris, conformada por bloques de gran tamaño y peso que se unían dejando pequeñas ranuras entre ellos. A pesar del grosos de aquellos paredones se podía escuchar cada palabra de lo que ocurría dentro.
Ella me empujó levemente para que me apoyara en la pared mientras comenzaba a besarme de forma apasionada y me susurraba "¿Lo ves? todo el pueblo para nosotros dos, nadie nos molestará aquí" entonces comenzó a reírse mientras bajaba mis pantalones lentamente.

No era el momento, no era el lugar pero las hormonas me fallaban y tenía una erección incontenible mientras que mentalmente seguía hipnotizado, otra vez ese efecto, esa falta absoluta de voluntad, de libre albedrío, otra vez sintiéndome como un espectador adyacente a mi cuerpo. Comenzó a realizarme una felación mientras sonreía malévolamente, escuchaba las palabras del cura de fondo y el silencio sepulcral de los asistentes y cómo ella trataba de ser sigilosa. Esos sonidos tan típicos de una felación, mi respiración algo agitada y aquel anciano hipócrita era un contraste que realmente sacudía mi mente.

Finalmente acabé eyaculando y entonces ella comenzó a reírse porque estaba manchada, se puso en pié y me dijo que fuera con ella a mi casa a lavarnos. Después de asearnos nos vestimos y salimos a pasear de nuevo, esta vez nos dirigíamos a nuestro lugar secreto. Nos cruzamos con la marabunta de gente que salía de la iglesia y ahí salían con el ataúd con Sergio y también los con los de su madre y su hermana en una procesión funeral. Giraron por un lateral de la iglesia para dirigirse al cementerio y allí había aún un pañuelo con restos de semen, al igual que en el suelo.
Pisaban el pañuelo y ella se reía disimuladamente.

Yo no podía reaccionar, durante la misa y el entierro de nuestro compañero fallecido... allí estábamos los dos, después de aquel momento libidinoso, observando uno de los días mas grises de la historia del pueblo.

¿Qué pensarían los demás? ¿Por qué éramos los únicos que no habíamos ido a la misa? ¿qué teníamos que hacer que nos impedía acudir al entierro? Después de no haber hecho nada por él, sin haberle defendido cuando más lo necesitaba ¿ahora mancillábamos su recuerdo?

martes, 23 de octubre de 2018

¿Qué pasa con Lilith?

Grandes problemas con la pequeña Lilith
¿Qué hay de malo en ella?
Quiere darme su veneno
Quiere tomarse el mío

La tristeza la inunda
Se siente siempre sola
No puede querer a nadie
Nadie puede quererla

¿Qué verá a través de esos ojos?
Me pregunto qué sentirá
Cuando estas muerto en vida
Cuando apenas puedes sentir

Pasan los días y yace sepultada
Infamia, horror y prejuicios
¿Qué tiene de malo Lilith?
Su sonrisa atemoriza al mundano

En la debacle de los convencionalismos
Cuando la sociedad se descompone
Ella permanece anclada al pasado
No puede soñar

Se alimenta del sufrimiento ajeno
Son dos y uno en el mismo instante
Parásito sin piedad
Quédate conmigo una noche más

Aún solloza por las mañanas
Vicio sin fin por las noches
Locura desatada
Dolor que se le escapa

¿Cómo puede ser el día más oscuro que la noche?
Mírate y no te compadezcas
¿Por qué te autoflagleas?
¿Por qué te odias tanto Lilith?

Me mira con deseo pero me da pavor
Quiere enterrarme en el subsuelo
Mantenerme catatónico
Quiere estar dentro de mí

Sonnder Sony - Lilith (Capítulo I) - Sektum