lunes, 21 de noviembre de 2016

Llamemos esta noche al demonio

Quítate los zapatos para entrar aquí por favor.
Este es un lugar sagrado, aquí no existe el odio entre iguales, no hay revanchismo entre los bandos de la guerra civil ni los colonizados quieren asesinar a los colonizadores.
¿Qué? ¿Perdón y olvido? ¡Jamás! aquí no se perdona nada, lo que sucede es que no existe mayor desprecio e insulto que la ignorancia.
Es así de simple: cuando un deportista no tiene críticos no tiene quien le defienda, no tiene ingresos. El mundo gira sobre el eje de la estupidez, ¿ha visto a los latinoamericanos y a los españoles odiándose entre ellos en vez de colaborar como hacen ingleses y estadounidenses? ¿qué te parece cuando los blancos se auto-odian y sienten que le deben una disculpa al mundo por algo que hicieron sus bisabuelos? ¿o qué tal cuando la gente pensó que los latinos apoyarían a una mujer que colaboraba con las dictaduras que les habían perseguido y no con quien amenaza el orden mundial?

Querido alumno, cuando buscas tu lugar te das cuenta de que solo tú puedes pudrir el agua. Cada instante es un recuerdo, esas baladas que jamás se olvidan, esos recuerdos que saben a sangre en nuestra boca, la vida se desnuda para ti cada noche.
Los dobles sentidos, la hipersexualización, el gobierno del capitalismo y la locura de las gentes que tocan lo sagrado, que violan lo que nunca debe ser mancillado: los infantes y las féminas. Hombres desposeídos de razón que nada en un mar de lava del que no pueden escapar, se queman por dentro.

¿Para qué fumar si morirás de cáncer? ¿para qué emborracharte si morirás de cirrosis? ¿es el hombre el único ser racional? Cada flor que pisas es un segundo menos de vida que te queda.
Esa melodía que siempre vuelve a ti un día dejará de acudir, porque eres cobarde y no vas al médico porque tiene más miedo del diagnóstico que de la sospecha, porque temeroso te hallas ante el nombre de la enfermedad e impasible ante sus síntomas.