martes, 11 de agosto de 2015

Los fracasados en su intangible soledad

Personas que siempre tratan de hundirte con ellas, personas en las que anida la maldad de verdad. Es el sadismo más absoluto y en su forma más pura y concentrada, ansían no estar solos en el sufrimiento y pretenden que mediante la herida fatal a los demás, alguien se quede a hacerles compañía en el podridero.
Bajo esa imagen de gente que aparenta estar por encima de ti, bajo las telas del destino se esconde un alma perdida que no regresará nunca.

Supongo que los conocemos todos, son los llamados fracasados y persiguen una meta muy clara: alcanzar un lugar de cierto poder de decisión sobre personas necesitada o débiles y desde esa cima de la duna hostigar eternamente a quien se cruce en su camino, malograrlo y así poder quitarse ese peso de encima, esa culpabilidad. Quieren dejar de sentirse inútiles, estúpidos y poder levantar la cabeza por una vez en su vida.

En mi caso no hay lugar para la duda: conocí a dos personas de tan baja calaña en la escuela. Dos profesoras pérfidas y acomplejadas que en todo momento pretendían esconderse bajo la piel del cordero, esperaban a ese momento clave en el que empezar sus torturas psicológicas contra aquellos que ellas consideraban débiles e inferiores. Igual que el león busca la pantera enferma o tullida, aquellas furcias buscaban a quien parecía tener cierta dificultad en los estudios, quizá en las relaciones sociales o tal vez centrarse en quién más alboroto causaba.

La excusa que integraba la coartada era fácilmente indentificable, y es que, quién puede culpar a una maestra de tratar de poner orden, quién la puede culpar de ser algo estrafalaria en su metodología del castigo o la regañina...

El reinado del terror, las frases que buscaban hundir morales, las puñaladas dialécticas y las humillaciones en público no tenían parangón, cuál martillo en guerra golpeaban sin vacilar buscando causar el mayor de los males.

Recuerdo una de las víctimas, amigo cercano, un compañero de manada a quien dedico este presente, se entristecía y se infravaloraba, casi habían acabado con su autoestima. Pero quizá la vida le quiso dar otra oportunidad, le habían bendecido con el satanismo, con la mirada crítica, el cuestionamiento de lo establecido. Y empezó a preguntarse porqué él no era válido, porqué él debía conformarse con menos, quiso arrancar de su ser esa idea que le menoscababa y le soslayaba y decidió levantarse contra todo. Contra sus amigos, contra su educación, contra su patria, contra todo lo que le venía preestablecido, pateó, rompió y salió como pudo de ese laberinto que había formado con los escombros.

Salió adelante, ¡vaya si lo hizo! consiguió estudiar y formarse en lo laboral, mientras los "éxitos" en lo personal caían por su propio peso. Aceptado y admirado, querido y buscado se haya, en una cumbre que le ha llevado mucha sangre y muchos sueños rotos alcanzar.

Claro, hablando con él y recordando viejos tiempos nos reíamos con ironía (el humor del inteligente y del ignorante que finge serlo) de todo aquello, de aquellas arpías venenosas y sin moral que habían tratado de destruirle a él y de atacar a quienes nunca nos fuimos de su lado. Así que decidimos entre jugo de dioses que era el momento de responder a esa provocación sin ponernos límites ni filtros.

Nos presentamos por la mañana en el colegio sin previo aviso, recuerdo que tuvimos a bien esperar un rato hasta la hora del descanso fuera, ya que no hubiere sido políticamente aceptable que nos hubiéramos tomado la libertad de entrar e interrumpir una de esas desagradables torturas mesiánicas que aquellas mortajas de la ignorancia aplicaban a los infantes.

Cuando llegó la hora de la verdad nos enteramos de que una de ellas había muerto en su soledad, el estrés y la tristeza de una vida sádica pero vacía se la habían llevado por delante. Y no puedo decir que me desagrade la idea de imaginármela llorando y retorciéndose de dolor en la soledad de su salón mientras el último hálito de la vida se le escapa y pasan por su cabeza esos momentos de amargura y de tristeza que le oprimen más el pecho y la hacen padecer hasta que la justicia toca a su puerta y la hacer partir prematuramente. Esa sensación de no haber sido amado, de haber pasado tus días como un ser despreciable que repugna hasta al más maquiavélico, de morir solo porque nadie te quiere, creo que fue un fin que encajaba hasta el último resquicio con la siembra que ella misma se había procurado todos aquellos años. Me resulta imposible negar el hecho de que me hubiera gustado estar presente en ese gran momento para mirarla con indiferencia y probablemente empezar mi júbilo aún cuando era capaz de sentir.

De modo que la alegría y el gozo iban tomando posesión de nuestras almas cuando vimos aquella silueta desencajada y hedionda que se quedó clavada de pronto. Miramos a aquella fastidiosa mujer con desprecio y ella nos devolvió la mirada con asombro e incredulidad. Se dibujaba en nuestras caras esa sonrisa que refleja la superioridad de quien ha triunfado por encima de las adversidades y desde la bondad y mira con sarcasmo a aquella malvada criatura que nunca perdió nada porque nunca tuvo nada y ahora está enterrada en su propia inmundicia y pide clemencia.

Así que mi compañero se acercó a ella y con la cabeza alta y los ojos destrozándole las entrañas le dijo que estaba muy agradecido porque con sus intentos de hundirle le había alzado, porque no todos encontramos un motivo para luchar en la vida, pero el suyo era devolverle la bofetada que ella le había propinado con una fuerza mil veces aumentada. Que cada ataque, cada mala acción le habían hecho aprender y que ahora su vida era realmente exitosa y todo gracias a que ella era una amargada infecta que vive entre falacias y cinismo. Pude sentir cómo la rabia y el miedo se apoderaban de ella. Aquel a quien consideraba hundido o quizá muerto gracias a que ella le había arruinado la vida le miraba por encima del hombro y se burlaba de ella en sus narices.

Ya no tenía poder, ya no tenía nada, estaba vendida a su suerte porque el niño era más grande, más fuerte, más inteligente que antes y que ella. Quizá fue eso lo que la impulsó a llamar a sus compañeros para que acudieran a socorrerla, pero nosotros ya nos estábamos yendo. No dijo nada, se quedó plantada recibiendo todo aquel orín en su rostro  y luego pidiendo auxilio, fue la mejor experiencia en muchos años, realmente estoy orgulloso de haber conservado a esa persona entre mis amistados próximas todo este tiempo.

Pero no he escrito esto únicamente a modo de felicitación, también lo escribo para animar a todas aquellas personas a que se fundamenten en las bases del satanismo, no el de torturar animales indefensos o convocar fantasmas inexistentes. Sino a aquellos satanistas ateos que simplemente utilizan el satanismo contra arma arrojadiza contra el sectarismo y como filosofía de vida, y es que este lo que nos dice es que hay que luchar contra lo que nos imponen, hay que preguntarse siempre el porqué de las cosas.

Nunca aceptéis la derrota definitiva, la rendición, seguid al pié del cañón y aplastar a aquellos que intentan hacer lo propio con vosotros, no os dejéis domesticar, sed rebeldes y justos, buenos y pacientes. Tened agallas y no os dejéis amedrentar, la filosofía satanista nació para oponerse al cristianismo, ahora es un escudo contra el resto de sectarismo que promueven y promulgan la ignorancia como el primero. El conocimiento el auto-didactismo y la confianza en uno mismo frente al miedo, la miseria y la aceptación.

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