miércoles, 21 de septiembre de 2016

Drogas

"Las drogas son un pasaje al paraíso, pero solo de ida."
Mark Kerkel - Prostitutas, saflán y whisky.


Al igual que una anestesia cuando uno va a ser intervenido quirúrgicamente, las drogas son el placer fácil y sin esfuerzo que nos transmiten una sensación de calma y paz a la par que ignoramos totalmente el dolor, el dolor de levantarse cada día y abocarnos a la rutina, la repetición desaborida e implacable que atrapa este sentimiento de luz y serenidad que mantiene caliente nuestra alma y la protege frente a la desilusión, la ira y la paranoia.

Sin embargo hay un precio, una consecuencia letal e insostenible para nuestro bienestar y equilibrio mental. al principio la percepción es de olores místicos que abren nuestros sentidos, la temperatura es la justa para no tener frío ni calor y obviar nuestra necesidad de templarnos como desatendemos el requisito de oxigenar nuestro organismo porque sabemos que ya se ocupa él mismo de tal proceso mecanizado. Las visiones de objetos derritiéndose a nuestro paso y ese aislamiento frente a un mundo plagado de escoria que agoniza por ser destruido solo para acabar con el parásito que lo va aniquilando diariamente. Estar drogado es algo verdaderamente genuino e inexplicable. Sesga de un tacazo toda nuestra inteligencia y nos devuelve a estados primitivos como los de un bebé, que alucina con cualquier cosa y no teme por las consecuencias, ese estado que imitamos al dormir en el que nos acurrucamos en forma fetal y reproducimos las mismas sensaciones de oscuridad, calor y tranquilidad que teníamos en nuestro nido.

Está claro que el ser humano nace prematuro, prueba de ello es que al contrario que los animales, no está del todo desarrollado y tarda en caminar y adquirir habilidades necesarias para sobrevivir demasiado tiempo. Las drogas nos permiten volver a esa circunstancia primigenia que tanto añoramos y es por ello que cada vez, generamos una dependencia mayor hacia ellas, porque en cualquier comparativa con la realidad, el mundo de la fantasía y la ignorancia siempre salen ganando. El desconocimiento es la felicidad, cuanto uno más sabe más sufre y es por ello que tratamos de erosionar nuestra mente hasta estar en estados casi vegetativos.

El gran problema es que el cuerpo lucha contra eso y cada vez se necesita mayor cantidad para poder volver a esa isla a ese oasis del éxtasis y la iluminación. El cerebro se pudre, el sufrimiento siempre vuelve y finalmente, acabamos marchitándonos y muriendo mientras el resto nos desprecian.

3 comentarios:

  1. Me encanta esta entrada. Describe muy bien todas esas sensaciones y sentimientos tanto esperanzadores como miserables.

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  2. Nada más cierto. Llevo meses trabajando el arcano XV del Tarot porque es una clave que ningún libro te revela. Pero una persona que maneja un AA me envió un link sobre recaída crónica y autocomplacencia. Y acabo de prestar mi La Vey, pero estaba casi segura de que en alguna parte toca el tema.

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