lunes, 23 de julio de 2018

Ciego

Me dice que estoy ciego mientras toma mi mano y se recuesta en mi regazo. Impotentes frente al paso del tiempo, hoy sé que no quiero morir.

Noto su frío interno, estamos en nuestro feudo y aún así no se siente en casa, siempre ha sabido ver más allá. Con una mirada puede acomplejar a cualquiera, si la magia realmente existe, ella fue imbuida hace ya mucho tiempo. ¿Quién estaba ahí? sólo nosotros dos. 

MK

En el sótano más cercano al núcleo del planeta yace la esperanza del ser humano, quien nada en su propia miseria y escudriña entre sus penurias para encontrar un momento que se deslice entre tanta mediocridad y consiga darle un segundo de aliento.

Qué frío hace en estas estepas: no hay sino sollozos, vergüenza y el viejo truco de tratar de resetear la vida una y otra vez. Esta será la definitiva, por supuesto.
Camina con paso vacilante el temeroso desecho a sabiendas de que la muerte no le llevará pues su condena es la muerte en vida. ¿De qué sirve correr en un plano infinito?
Viven en una esfera pero piensan en cruzar el horizonte; escoria...

¿Qué son esos martillazos que se escuchan? es el resonar de todo cuanto el desecho anhela cayendo una y otra vez a un mar de llamas fatuas e irritables. El primer golpe representa la muerte de la nonata, de aquella mujer que nunca existirá, que jamás será, de esa persona idealizada que no va a amarle nunca. Podría secar sus lágrimas haciéndole sentir útil, que al menos funciona para protegerla. Pero no la pudo proteger, ella ni siquiera pudo llegar a conocerle, quizá podría haber sido pero algo lo impidió.

Más tarde se escucha otro impacto: es la redención, es esa oportunidad que nunca llegará, el sentirse amado y respetado de sus progenitores, de aquellos quienes tuvieron la desgracia de compartir algo con el desecho. Pero aquí muere toda probabilidad, aquellos quienes le concibieron ahora notan el aplastamiento craneal mientras agonizan por unos segundos. Trajeron un fruto podrido, ahora pagan el precio.

Un último choque, se escucha desde el abismo. El desecho comienza a correr en dirección contraria, ahora no desea ver qué ocurrirá, quién será el siguiente. Pero corre en una esfera, como ratón en rueda, como humano en planeta, nunca llegará, nunca trascenderá. Observa como el propio mar de llamas se deshace, se parte y se desvanece.

Huyó de la única posibilidad que tuvo de detener todo esto: la muerte, el suicidio. Ahora vivirá eternamente entre penurias, obligado a devorarse, a alimentarse de sí mismo. ¿Qué comerá primero? ¿su propia alma? ¿su maltratado cuerpo?

Bëm Kuribay -  Despojo

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