lunes, 9 de mayo de 2016

¿Por qué esa indiferencia?

No logro entenderlo por mucho que recapacito en torno a ello. Esa pasividad, esa actitud parsimoniosa y despreocupada que parece hacerle invulnerable a los golpes de mar.

Puede sentir el calor que desprende el templo en llamas en su espalda, puede notar cómo el húmedo frío le penetra y le arrebata el aliento y hasta puede percibir cómo las lágrimas le empapan los pies.

Ni con todas las erupciones del mundo él se moverá, su voluntad de hierro y su falta total de miedo aún viendo cómo la tierra se abre y trata de tragarlo.

La lluvia cala en él pero no consigue llegar hasta esa hoguera interior que le ha mantenido caliente durante siglos, solo tiene que cerrar los ojos para hacer desaparecer la mismísima existencia.

Lo que me enamoró de él es su paz interior, pero odio que no reaccione ante nada. Transmite calma que consigue desesperarme, esa apatía llama mi atención, estaré siempre enamorada, siempre o hasta que me haga caso.

Azucena contra Gabriel Vol. I - Enamorada del iluminado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Respeta la ley, las normas, no dejes tu dirección u otros datos personales por los que puedas ser localizado.
No dejes comentarios que fomenten el odio ni críticas destructivas o el comentario será borrado y si viola la ley, enviado a la policía u órgano competente.