lunes, 19 de diciembre de 2016

Esotérico

Es el encanto perdido en el tiempo, aquellos paseos por la fría Berlín me marcaron de un modo muy profundo. Llovía con furia y las luces naranjas sobraban de la escena, se borraban como el cobarde de una guerra, desaparecían entre la multitud de gotas.
El tiempo no se detiene, a cada paso te separas de tu vida, caminante nocturno sin rumbo pero con fin.

Nunca puedes estar perdido, el camino está marcado de antemano. Ni en el más frondoso de los bosques yace la perdición total, pues la muerte aguarda y rescata allá donde estés.

Noches gélidas y paseos que acompasaban las palabras en las conversaciones de tanteo. No puedo perder esta guerra, hoy no es día de morir y así cada mañana me levanto entre sollozos porque no me acuerdo de olvidar las penas que me han traído hasta aquí.

No sé qué espera tras la puerta, pero sí sé que no hay nada peor que la muerte en vida. Los transmundanos preguntan el motivo que subyace en mi sonrisa, creo que yo ya he aceptado la muerte y es por tal motivo por el cual soy invencible. Dejo aquí estos relatos y los lanzo al infinito para que los recoja el dudoso, el tembloroso, el que se auto anestesia cada anochecer.

Siempre puedes parar cuando te canses de correr, pero ese último aliento se queda corto cuando llega el amanecer.

Si acepta usted una recomendación, no muera sin ver la vida desde la cumbre.

Anónimo - Libro del leviatán 1:22.

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