lunes, 20 de mayo de 2019

Ben Best Allein

La complejidad de la locura es algo inescrutable, caminos infestados de temores y pensamientos que asaltan la caravana sin piedad.

Nos dirigimos probablemente al comienzo de un nuevo ciclo, no será mañana, puedes dejar de abrazar tu muñeca porque no hay peligro esta vez. Es la parte más calamitosa de la propia vida, al menos de este lado del muro. Pensamientos insultantes y despiadados que tratan sobre autodestrucción y sufrimiento, pretenden someterte y con toda su fuerza presionan tu pecho y tu cabeza para mantenerte en la fosa.

Lo cierto es que existen dos grandes partes dentro de este lado de la existencia: la realidad, cuya existencia no es efímera y se mantiene mucho más estable de lo que pueda parecer. Y la fantasía, siempre urgente y con una vida muchísimo más sucinta y plañidera.
Se ha de vivir en la realidad, en la que las cosas funcionan mucho mejor, donde habitan los sentimientos puros y verdaderos que garantizan una base estable e inamovible y huir de la fantasía más aciaga que planea sobre nuestras cabezas, es algo que he aprendido en un mundo decadente y putrefacto.

Hay demasiadas cosas por las que disfrutar la vida, sea cual sea, siempre existen un motivo por el que luchar un día más y comprender que nada en nuestro ser tiene capacidad para poseer ni controlar al yo consciente, al que realmente decide cuándo y cómo. Apoyémonos en la realidad y en todo cuanto podemos ver mientras estemos en este plano de la existencia, pues ya habrá mucho tiempo cuando abandone este cuerpo y quién sabe si retorne con otras características o quizá no pueda porque sea reclamado de nuevo como ángel exterminador que soy, para aniquilar otro universo, otra realidad en una guerra entre el bien y el mal que jamás termina.

Miles de esperanzas arden al calor del odio en una pira infranqueable e insumisa, son dos conceptos enfrentados entre sí y yo por encima de ellos teniendo que decidir de quién soy emisario en cada guerra. Ganará un bando o lo hará el otro, quien ayer combatió a mi lado, mañana morirá a mis manos mientras el sol negro eclipsado se va consumiendo entre metáforas complejas como esta, mientras la realidad colapsa sobre sí misma y es obligada a elegir un punto central sobre el que comenzar a desmoronarse.


Puede crecer cuanto quiera, lo hará rápido y sin detenerse jamás. Puede tratar de contener todo cuanto existe en sí, necesita huir hacia todas direcciones para sentirse protegida, pues mientras no deje de correr nadie querrá acabar con ella, dos viejos elegíacos no pueden correr tan rápido, pero aún con tanta celeridad, el eclipse es inevitable y acabará alcanzándola.

Disfrutemos pues del tiempo que nos quede, sea cual sea, porque cuando me quite la máscara y tome de nuevo el sable con el que convertí a Damocles en dos mitades inservibles, con el que descifré la profecía de la existencia, cuando sienta de nuevo que es la hora y me llamen de ambos lagos y me sumerja, entonces ya nada será.

ATNTS - Transicionando

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